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domingo, 2 de diciembre de 2012

¡Menudos genios!

Cela y el Premio Nobel 

Nada más conocer que le habían concedido el premio Nobel de Literatura, un periodista le preguntó

-¿Le ha sorprendido ganar el premio Nobel de Literatura?

-Muchísimo, sobre todo porque me esperaba el de Física   





La necesidad de conocer a tu ídolo

El escritor, periodista y activista político de origen húngaro, Arthur Koestler, no entendía la necesidad de algunas personas de conocer personalmente a sus ídolos.

Cierto día, tras ser saludado fervientemente por un admirador, Koestler comentó:
-Es como si te gusta el foie y ansías saludar personalmente a la oca



Jacinto Benavente

Al recibir Jacinto la visita de un conocido suyo, el cual no tenía gran éxito como dramaturgo, mientras ambos recorrían la casa, el invitado quedó asombrado por la amplia biblioteca que poseía el premio Nobel y exclamó:

-¡Vaya Don Jacinto! Con tantos libros ya se pueden escribir buenas comedias

Benavente le respondió:

-Pues adelante amigo mió, están a su disposición




El aburrido Shakespeare

Siendo profesor de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, Jorge Luis Borges le pidió a una alumna su opinión sobre la obra de William Shakespeare. Ella contestó:
-Me aburre

Pero al instante puntualizó:

-Al menos lo que ha escrito hasta ahora

Borges, sin alterarse, le respondió:

-Tal vez Shakespeare todavía no ha escrito para vos. A lo mejor dentro de cinco años lo hace


Hermingway

En cierta ocasión, Patrick (el hijo de Ernest Hermingway) le dio a su padre un manuscrito y le pidió que se lo corrigiese.
Poco después se lo devolvió, pero Patrick parecía contrariado:

-¡Sólo me has cambiado una palabara!-le recriminó, como quien no hace bien su trabajo

-Si es la palabra correcta es más que suficiente- replicó Hermingway



Unamuno

Cuando el rey Alfonso XIII le otorgó a Miguel de Unamuno la Gran Cruz de Alfonso X Sabio, el escritor comentó:

  -Me honra, Majestad, recibir esta cruz que tanto merezco

El monarca le contestó:

-¡Qué curioso! En general, la mayoría de los galardonados aseguran que no se la merecen

-Señor, en el caso de los otros, efectivamente no se la merecían




Cabeza Hueca

Alejandro Dumas (padre), tras publicar su libro "El vacío doloroso", fue visitado por
un amigo que le dijo:

-Es un título sin sentido. El vacío no puede ser doloroso

-¿Que no? ¡Cómo se ve que nunca os ha dolido la cabeza, amigo mío!





El viaje en tren de Mark Twain

En unos de sus viajes en tren por EEUU, Mark Twain se topó con el revisor y no dio con el billete. Tras una larga espera, con el escritor rebuscando por todos sus bolsillos, el hombre le dijo:

-Ya sé que usted es el autor de "Tom Sawyer", así que no se moleste, estoy seguro de que ha extraviado el billete

Pero Twain seguía buscando y el revisor insistiendo en que no hacía falta, hasta que le confesó:

-Es que, si no lo encuentro, no sé dónde debo bajarme





Los elogios mutuos entre Benavente y Valle-Inclán

Durante una de sus habituales tertulias literarias, Jacinto Benavente decía grandes elogios sobre Ramón María del Valle-Inclán, del que decía que era uno de los más valiosos escritores que tenía España.

-Pues Don Ramón-le interrumpe uno de sus contertulios-no opina lo mismo de usted

Benavente replicó inmediatamente con sus característica agudeza verbal:

-A lo mejor estamos equivocados los dos




Tu cara me suena

Arthu Miller se encontraba sentado en un bar tomando una copa, cuando fue abordado por un hombre elegantemente vestido que le preguntó:

-¿No eres tú Arthur Miller?

-Sí, lo soy ¿por qué?

-¿No te acuerdas de mí?

-Tu cara me resulta familiar, pero...

-Soy tu viejo amigo Sam. Estudiamos juntos en secundaria...

-Me temo que...

-La vida me ha ido bien. Poseo unos grandes almacenes ¿A qué te has dedicado tú?

-Bueno, yo...a escribir

-¿Y qué escribes?

-Obras de teatro, sobretodo

-¿Alguna vez te han producido alguna?

-Sí, alguna

-Dime el título, a ver si la conozco

-Bueno...¿tal vez has oído hablar de "Muerte de un viajante"?

El hombre quedó perplejo con la boca abierta. Su rostro palideció y quedó por un momento sin habla. Un rato después preguntó:

-¿No serás tú el Arthur Miller escritor?


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